sábado, 22 de agosto de 2009

-PUM, PUM, PUM, PUM-


-PUM, PUM, PUM, PUM- Latía el corazón de Clara, solo con oír su respiración cuándo él pasaba enfrente de ella, se aceleraba, su pulso, comenzaba a ir a mil por hora, y en su interior, sentía como si algo muriera en lo más profundo de su ser.

-¡Clara! ¿Estás bien?- Preguntó Dan -ÉL- apareciendo tras ella.

-¿Eh?...no, nada, estoy perfectamente.

Ella pensaba cómo había podido llegar hasta esta situación, es una locura, el es nada más y nada menos que... ¡Su mejor amigo!

-Últimamente te veo como...distante, ¿No?- Le decía mientras pasaba su brazo sobre el hombro de Clara.

-No, qué va, solo me siento algo mareada -PUM, PUM, PUM, PUM- Latía su corazón mientras su aliento se desgastaba, en ese justo momento un espasmo recorrió todo su cuerpo.

-Vaya... ¿Estas cogiendo un resfriado? no tienes buena cara...

-No, no, no te preocupes, es el verano, que me deja algo aturdida.

-¿Qué harás hoy?

-¿Hoy?, hoy, pues, pues...quizás...puede que...la verdad...no, no se que voy a hacer- Contestó en tono muy nervioso- Y... ¿y tú?

-No lo sé, quedaré con Amanda, iremos a tomar algo, hoy hacemos dos meses.

-Oh, genial -Clara piensa- ¡Maldita guarra sin escrúpulos y con síntomas de sífilis!-

Sí, Amanda era su novia, ese espécimen que aparece en la vida de toda chica, la novia de su enamorado.

-Clara tengo que pedirte un favor muy importante.

-Bien...dime.

-Verás, te necesito.

-Oh...ehm...- El rostro de Clara se sonrojó.

-Bueno...como ya he dicho hoy hago dos meses con Amanda, y necesito que me ayudes a elegir su regalo, ya sabes, eso...a ti se te da bien, sabes mucho de chicas y más o menos sabes qué le gusta a Amanda.

-Tu eres su novio, deberías saberlo mejor que yo, solo he hablado con ella un par de veces- Dijo intentando disimular su increíble enfado.

-Venga Clara, por favor, a mi me falla la intuición femenina, además, tu eres mi mejor amiga, ¿Quién más perfecta que tú para ayudarme?

Esas palabras conmovieron en cierto modo a Clara.

-Bueno, bueno, sí, está bien, te ayudaré.

-¡Gracias! Eres la mejor, ¡Te quiero mucho!- Dijo mientras la abrazaba y le daba un cálido beso en la mejilla.

Clara se paralizó y se apartó de él de raíz.

-Ehm... ¡Sí!, De nada- Dijo con una hipócrita sonrisa.

Tras una agotadora mañana tragando cada 20 minutos lo maravillosa que era Amanda -esa mala puta- y lo bien que les iba, al fin la cita llegó a su final.

-Bueno, Clara, de verdad, muchísimas gracias, de verdad, esto le encantará.

-Sí...de nada.

-Te llamaré mañana, ¿Vale?

-De acuerdo, adiós.

Dan la abrazó, Clara se apartó tan rápido como pudo.

-Sí, adiós- le dijo Clara, mientras Dan se alejaba con cara de confusión por la reacción de Clara.

La paciencia de Clara llegaba al límite, al llegar a su cuarto realizaba el ritual de todos los días, cogía su almohada, la pegaba en la pared, y le propinaba unos quince o veinte puñetazos con todas sus fuerzas pero eso ya no saciaba su ansiedad, necesitaba más, retiró la almohada de la pared y se dispuso a golpear a la misma. Entonces sonó su móvil.

-¿Diga?- respondió aún con la voz temblorosa.

-Clara, soy Dan, necesito verte. Me ha dejado.

-¿Cómo? Te veo aquí abajo en 10 minutos.

-Vale.

Al cabo de diez minutos.

-¿Cómo ha sido eso? ¿Te dejó cuándo le diste el regalo? ¿No le gustó?

-Ni siquiera se lo di, me dejo antes de que pudiera hacerlo, dijo que ha sido muy bonito, pero que se acabó la magia.

-Vaya…qué original.

-Pues mira, será que no tengo una gran lista de candidatas para sustituirla cuanto antes.

-¿Por qué tienes la necesidad de estar con alguien?

-No lo se, necesito sentir que alguien me quiere, que me desea, ya sabes, sin eso me siento…vacío.

-Pero…

-Se que estáis vosotros, pero esa es solo una mitad de mi corazón, la otra mitad, se queda vacía, me siento infeliz.

El corazón de Clara volvió a latir con fuerza -PUM, PUM, PUM, PUM- Era el momento.

-Tienes la felicidad tan cerca, Dan, que ni siquiera puedes verla.

-¿Sí? Pues dime qué es.

-Puede que sin que tú seas capaz de verlo, haya alguien que se pueda morir por estar contigo, que te quiera de verdad y le duela verte sufrir como si fuera ella misma, lo supe todo este tiempo, y nunca tuve la oportunidad de decírtelo.

-Y, ¿Quién es?

-… ¿Estás de broma?

-No, dímelo.

-Vamos a ver, Dan, piensa un poco.

-Ah…tu amiga Sara, he notado como me mira, pero no se, no me convence, ¿Tanto le gusto?

-¡Dan joder!, ¿¡Estás ciego!? Soy yo, ¡estoy enamorada de ti!, ¿Es que no lo ves? ¡¿No lo ves?!

-No…bueno…yo, no, yo…vaya…

-Pues…ya lo sabes.

-Clara…

-No digas nadas, lo se, yo, lo siento pero… -Antes de que Clara pudiera darse cuenta los labios de Dan rozaban los suyos, fundiéndose en solo una persona, la química se palpaba en el ambiente, y en ese momento nadie más existía.

-¿Por qué no lo dijiste antes?- Preguntó él.

-Supongo que por miedo a perderte.

-Lo único que hemos perdido es el tiempo. Te quiero.

-Es como…si…no puedo creerlo.

-Mira, ahora tengo que irme a entrenamiento, pero, luego te llamo ¿Vale?

-Vale, te quiero.

Dan se iba, en el interior de Clara, una comparsa de fuegos artificiales explotaba, tan increíble, tan fantástico, se dispuso a sacar las llaves de su casa, cuando un fuerte golpe se oyó a sus espaldas.

Clara se dio la vuelta no, no puede ser, no es posible, estoy soñando- pensóPUM, PUM, PUM, PUM- su corazón volvía a latir a mil por hora, y esta vez no era nada bueno.

Mario, 38 años, no hacía más de un año que se había divorciado y unos meses atrás que sufría problemas con el alcohol, salió tan rápido disparado por la ventana de su coche al no parar en el paso de peatones como un cohete, y unos metro atrás, allí estaba, Dan, en el suelo, tan malherido que apenas parecía ser él. Clara, salió en seguida a su búsqueda.

-Dan, no...

-Clara…-dijo entre toses- Te quiero, gracias por hacer los últimos 10 minutos de mi vida lo más felices que he tenido, gracias por ser valiente, más de lo que y he sido.

Cuando cerró sus ojos, y se sumergió en un más que de un profundo sueño del que no despertaría.

A Clara le fallaros todas las articulaciones de su cuerpo y calló frente al cuerpo sin vida de la única persona a la que había querido, se envolvió en un grito ahogado que consumió todas sus energías para seguir viviendo mientras observaba su rostro demacrado y sangriento que el golpe le había proporcionado. Cerró sus ojos. Horas más tarde despertó en el hospital, la tensión de los nervios provocó que se desmayara. Dan había muerto.

-PUM, PUM, PUM, PUM- y por última ves en su vida, su corazón volvió a latir con tanta fuerza como Dan le provocó en su último adiós.

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